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D&C Blog

Por Diego Davalillo De Luis 31 de octubre de 2024
Este tema no es solo una cuestión teórica, sino que tiene un impacto real en la vida de cualquier empresa que quiera mantener su integridad y reputación. Y ahora, con la reciente Sentencia de la Audiencia Nacional de 6 de marzo de 2018, tenemos una nueva referencia sobre la eficacia jurídica de los códigos éticos y de conducta, en este caso el de Banca March, que arroja luz sobre un aspecto clave: ¿Hasta dónde llega la fuerza de un código ético para justificar sanciones disciplinarias? Vivimos en una época en la que las empresas están más concienciadas que nunca sobre la necesidad de una política de cumplimiento normativo. Las reformas recientes del Código Penal han puesto de relieve la importancia de contar con códigos de conducta sólidas que establecen reglas claras de comportamiento, valores y principios para todos los integrantes de la empresa. Pero ¿puede una empresa sancionar a un empleado por incumplir su código ético? La respuesta, como suele ocurrir en el ámbito legal, es “depende”. Los códigos de conducta y su papel en la empresa. Para empezar, un código ético es un documento que, en la mayoría de los casos, la empresa establece de manera unilateral. En él, se plasman principios de conducta y reglas específicas que la empresa espera que sigan sus empleados, y en muchos casos, estas directrices se relacionan directamente con su responsabilidad social. Ahora bien, el hecho de que sea unilateral implica una diferencia importante: a diferencia de un convenio colectivo, que es negociado entre la empresa y la representación de los trabajadores, un código ético no tiene que pasar por un proceso de acuerdo mutuo para ser modificado o suprimido. Esa unilateralidad es clave, porque mientras que el convenio colectivo requiere un procedimiento específico para cualquier modificación, en el caso del código ético, la empresa puede ajustarlo a discreción. Sin embargo, esa ventaja tiene su límite en el sistema de fuentes del Derecho del Trabajo, recogido en el artículo 3 del Estatuto de los Trabajadores, donde el convenio colectivo se considera como una norma de mayor peso a nivel laboral, ya que este puede mejorar. las condiciones establecidas por la ley para proteger al trabajador. ¿Qué dice la ley sobre sancionar por incumplir el código ético? Aquí es donde la situación se complica. Aunque el código ético establece normas importantes para la conducta en la empresa, su fuerza disciplinaria es limitada si no está respaldada por el convenio colectivo o por legislación específica. La Sentencia de la Audiencia Nacional lo explica claramente: un código ético puede complementar la normativa laboral y establecer principios para fomentar conductas socialmente responsables, pero en ningún caso puede reemplazar la legislación laboral o el contenido de un convenio colectivo. De acuerdo con esta sentencia, el código ético tiene un rol complementario, y solo en la medida en que sus directrices estén alineadas con las disposiciones legales y contractuales (como el convenio colectivo) puede imponer sanciones. Es decir, las disposiciones disciplinarias del código ético deben encajar dentro de lo que establece el convenio colectivo en materia de sanciones e infracciones. Esto significa que, aunque un código ético puede fijar normas de conducta, si estas no están recogidas en el convenio colectivo, el incumplimiento de dichas normas no puede ser utilizado para justificar un despido disciplinario de tipo nuevo o no contemplado en el convenio. Dicho de otra manera, el código ético puede servir para sancionar, siempre y cuando sus infracciones coincidan con las tipificaciones del régimen disciplinario recogidas en el convenio colectivo o en el marco del artículo 54 del Estatuto de los Trabajadores. La posición de la Audiencia Nacional La Audiencia Nacional lo deja claro en la Sentencia del 6 de marzo de 2018: “un código ético complementa la regulación de las relaciones laborales en la medida en que establece unos principios para implementar conductas socialmente responsables, pero no puede sustituir ni suplantar la legislación laboral , ni el diálogo social o la negociación colectiva”. En resumen, las sanciones derivadas de un código ético solo serán válidas en la medida en que se alineen con lo que la legislación y el convenio colectivo consideran como infracciones susceptibles de sanción. Entonces, ¿cuál es el alcance real de un código ético en la empresa? Básicamente, el código sirve para reforzar el comportamiento responsable y ético de los empleados, pero su poder sancionador no es absoluto ni independiente. Su función principal es ser una herramienta que guía la conducta y actúa como un complemento al marco legal y al convenio colectivo vigente. ¿Entonces vale la pena tener un código ético? Sin duda. Aunque no pueda sustituir a la legislación laboral, el código ético es una herramienta poderosa para promover una cultura de responsabilidad y transparencia en la empresa. Permite que los empleados tengan una guía clara sobre lo que se espera de ellos y sobre las conductas que se consideran aceptables o inaceptables en el entorno laboral. Aunque no justifique despidos fuera del marco del convenio, sí puede establecer sanciones internas y advertencias formales que refuercen la conducta deseada. Un buen código ético también ayuda a prevenir problemas antes de que ocurran, y alinea a los empleados con los valores y la misión de la empresa. Pero, sobre todo, crea una cultura de cumplimiento y un entorno donde todos saben que existen normas que deben respetarse, aunque su incumplimiento extremo deba coincidir con lo dispuesto en el convenio para justificar un despido disciplinario. ¿Se puede sancionar a un empleado por incumplir el código ético? Sí, pero con matices importantes. Mientras que el código ético puede establecer directrices y sanciones, estas solo serán plenamente efectivas si se encuentran respaldadas por la legislación y el convenio colectivo aplicable. De lo contrario, la empresa se exponen a que una sanción disciplinaria basada únicamente en el incumplimiento del código ético sin respaldo en el convenio colectivo pueda ser impugnada.  Así, el código ético no es un sustituto de las normativas laborales, sino una herramienta que complementa las relaciones laborales, aportando valor en términos de responsabilidad y compromiso, siempre dentro del marco legal. Tener un código ético fuerte es esencial para establecer una cultura de cumplimiento, pero su eficacia depende de su encaje y alineación con el régimen legal y los convenios que regulan las relaciones laborales en la empresa.
Por Diego Davalillo De Luis 31 de octubre de 2024
La Ley LOPIVI ( Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia ) obliga a todas las organizaciones que trabajan con menores a implementar de protección y prevención contra la violencia infantil. Esto incluye desde colegios y academias hasta clubes deportivos, federaciones y profesionales de la salud. Si diriges alguna de estas entidades, eres un sujeto obligado : estás legalmente comprometido a garantizar un entorno seguro y cumplir con cada requisito que la ley establece. 1. Responsabilidad penal: sí, tú puedes acabar siendo responsable directo Hablemos claro. Cuando las medidas de protección no se cumplen, o los protocolos son insuficientes, el responsable eres tú. No el club, no la academia… eres tú . Y aquí no hablamos de sanciones menores: hablamos de responsabilidad penal que puede derivar en penas de prisión para los directivos y responsables. No actuar ante una situación de riesgo para los menores, no contar con un protocolo adecuado o no garantizar un entorno seguro puede llevar a un directivo a enfrentarse a consecuencias legales serias. La ley no es ambigua: si hay un fallo en la protección de los menores, la responsabilidad recae en quienes dirigen la organización. Así de claro. 2. Multas económicas: ¿puede tu organización permitirse una sanción de 60.000 €? Además de la responsabilidad penal, el incumplimiento de la ley LOPIVI puede salir caro. Muy caro. Las multas pueden llegar hasta los 60.000 € , una cantidad que no todos los clubes o academias están en condiciones de asumir. Estas sanciones no solo afectan las finanzas de la entidad, sino que pueden comprometer su viabilidad a largo plazo. ¿Qué quiere decir esto? Que cada mes, cada año que pasa sin tomar medidas reales de protección, el riesgo sigue creciendo. ¿Te imaginas cómo podría afectar a tu organización recibir una multa de esta magnitud? Y más aún, ¿te imaginas tener que justificar a las familias que la seguridad de sus hijos no estaba garantizada? 3. Daño reputacional: el tipo de mancha que no se borra Cuando la seguridad de los menores falla, el daño no se queda solo en lo legal o en lo económico. La reputación también se juega. Basta con que un solo incidente salga a la luz para que el club, academia o federación se vea manchada por un buen tiempo. La confianza de las familias es la base de cualquier entidad que trabaje con menores. Y cuando esto se pierde, las consecuencias son inmediatas. Los padres buscan tranquilidad y seguridad para sus hijos, y cuando una organización queda señalada por no cumplir con la ley, esa confianza se evapora. Una crisis de reputación puede llevar a la pérdida de apoyo y de inscripción de nuevas familias, algo que no se recupera fácilmente. La certificación ISP 21008: la única llave que te protege a ti y protege a los menores Entonces, ¿cómo proteger a los menores y, de paso, protegerte a ti? Con la certificación Infancia Segura y Protegida ISP 21008 . No es solo un título bonito para poner en la web. Es la garantía de que su organización cumple con todas las medidas de protección, prevención y formación que exige la ley. Es la seguridad de que cada protocolo está en su sitio, que cada riesgo está controlado, y que cada persona de su equipo sabe exactamente cómo actuar. Con la certificación ISP 21008, aseguras que tu club, federación o academia cumple al pie de la letra con la ley LOPIVI. No solo elimina el riesgo de multas o sanciones, sino que también protege la reputación de tu organización y ofrece a las familias la tranquilidad que buscan. Cumplir con la ley LOPIVI no es un lujo, es una necesidad. Y la certificación ISP 21008 es la única llave que te asegura un cumplimiento completo, que protege a los menores y te protege a ti.  ¿Vas a seguir dejando la seguridad en manos de "esto parece suficiente"? O prefieres hacerlo bien, hacerlo completo y protegerte de verdad.
Por Diego Davalillo De Luis 22 de octubre de 2024
Mira, puede que la palabra "compliance" suene como algo complicado o lejano, pero en realidad es mucho más simple de lo que parece. ¿Te gusta tener todo en orden en tu negocio? Pues de eso va el compliance. Es como ponerle un candado a todo lo que haces en tu empresa para que nadie, ni las leyes, ni los empleados, ni los clientes, puedan sacarte los colores por hacer las cosas mal. Pero no te asustes, no estamos hablando de algo que sea solo para las grandes multinacionales; esto también es para ti, sea cual sea el tamaño de tu negocio.  Piénsalo así: ¿te gustaría que un empleado se pasara de listo, te robara dinero y, encima, tú acabaras pagando el pato porque no tenías todo bien atado? O peor, que un cliente te denuncie por no cumplir con la normativa de protección de datos porque su información se ha filtrado. Sanciones, multas, juicios... no suena muy divertido, ¿verdad? Eso es exactamente lo que el compliance evita. No se trata de ponerte paranoico, se trata de cubrirte las espaldas. De que sepas que todo está en orden, que nadie va a buscarte las cosquillas. Porque las multas por hacer las cosas mal no son una broma, y lo mejor es que muchas veces esos problemas ni los ves venir hasta que ya te han explotado en la cara. Cuando tienes un sistema de compliance, lo que estás haciendo es poner las reglas claras dentro de tu negocio. Es como tener un manual de “esto se puede hacer y esto no”, para ti, para tus empleados, para los proveedores, y hasta para los clientes. De repente, todo el mundo sabe lo que tiene que hacer, sin sorpresas. Y ahí es donde la magia sucede: menos riesgos, menos líos, más tranquilidad. Y sí, puede que ahora pienses: "Esto no me hace falta, a mí no me va a pasar". Te entiendo, pero te voy a contar algo que pasa más de lo que crees. El 46% de las empresas sufre fraudes internos, y muchas ni siquiera se enteran hasta que ya es demasiado tarde. ¿Te imaginas? Un empleado manipulando cifras o llevándose dinero sin que te des cuenta, porque no tienes los controles adecuados. Y cuando lo descubres, ya te ha costado una fortuna. ¿Y si hablamos de los ciberataques? Con todo digital, las empresas se han vuelto el objetivo perfecto para hackers. Un clic en el sitio equivocado, y ahí tienes: todos los datos de tus clientes en manos de terceros. Las multas por esto pueden ser descomunales, y no, no importa si eres pequeño o grande. Lo peor es que esto podría haberse evitado con algo tan sencillo como tener un buen sistema de compliance, que ponga en marcha medidas de protección para los datos y la información. No se trata solo de evitar multas, que sí, son importantes, sino de que tu empresa funcione bien, sin riesgos, sin sustos. Que sepas que cuando duermes por la noche, todo está en su sitio. Y eso, mi amigo, es algo que no tiene precio. Cumplir con las reglas no es una opción, es una necesidad. Y con un buen compliance, no solo cumples, sino que te aseguras de que todo el mundo en tu empresa lo haga. Menos problemas, más crecimiento. Lo que ganas no es solo evitar sanciones, sino tener un negocio que da confianza. Clientes que se quedan, empleados que saben lo que tienen que hacer, y tú, sin quebraderos de cabeza. Puede que no lo veas aún, pero el compliance es como ese cinturón de seguridad que, hasta que lo necesitas, no te das cuenta de lo importante que es. ¿Te vas a arriesgar a ir sin él?
Por Diego Davalillo De Luis 22 de octubre de 2024
Lo que nunca te contaron cuando montaste tu empresa es que hay una larga lista de maneras en las que puedes meterte en problemas, y no hablo de errores menores o malas decisiones estratégicas. Estoy hablando de delitos, sí, esos que están al acecho y que, aunque no los veas venir, podrían poner en peligro todo lo que has construido. Para empezar, tienes que saber que, en promedio, tu empresa tiene un 17.53% de probabilidades de enfrentarse a algún tipo de delito corporativo. Puede parecer bajo, pero cuando ves la magnitud de lo que está en juego, te das cuenta de que no es algo que quieras arriesgar. Ahora, vamos a los números de verdad. 1. Fraude corporativo (46% de probabilidad / 70% de gravedad) Este es el gran villano de las empresas. Ya sea malversación de fondos, falsificación de documentos o cualquier otra treta interna, el 46% de las empresas ha sido víctima de fraude. Y si esto te pasa, prepárate para un golpe fuerte: las pérdidas pueden alcanzar hasta el 70% en términos de daño financiero, litigios y reputación. 2. Robo o hurto (34% de probabilidad / 50% de gravedad) No solo hablamos de que alguien se lleve una caja de bolígrafos. El robo de equipos, productos o suministros puede afectar gravemente tus operaciones. Con una probabilidad del 34% de que ocurra, el impacto puede ser del 50%, suficiente para dañar las finanzas y la productividad. 3. Delitos laborales (35% de probabilidad / 60% de gravedad) Horas extras no pagadas, contratos ilegales, condiciones laborales cuestionables. Si no llevas bien tu gestión de recursos humanos, el 35% de las empresas lo sufren. La gravedad de las sanciones y demandas puede llegar al 60%, incluyendo multas y daños reputacionales. 4. Blanqueo de capitales (20% de probabilidad / 80% de gravedad) Es más común de lo que crees. Un mal movimiento financiero, y tu empresa puede estar en el centro de una investigación de blanqueo de dinero. El 20% de las empresas se ven envueltas en este problema, y si te toca, el impacto puede ser devastador, con un 80% de gravedad por sanciones y pérdida de credibilidad. 5. Delitos informáticos y ciberataques (21% de probabilidad / 85% de gravedad) No tener tu seguridad digital en orden es como dejar la puerta abierta por la noche. El 21% de las empresas sufre ciberataques, y cuando pasa, el daño puede ser del 85%. No es solo la información que pierdes, es la confianza de tus clientes lo que realmente cuesta. 6. Evasión fiscal (15% de probabilidad / 75% de gravedad) Pensar que puedes jugar con Hacienda no es buena idea. El 15% de las empresas enfrenta problemas de evasión fiscal, y el castigo es severo: hasta el 75% de gravedad en multas, recargos y daños a la reputación. 7. Corrupción y soborno (10% de probabilidad / 85% de gravedad) Es más fácil de lo que crees caer en el juego de la corrupción. Con una probabilidad del 10%, el impacto si te atrapan es gigantesco: el 85% de gravedad, con sanciones que pueden destruir contratos y la reputación de tu empresa. 8. Delitos medioambientales (12% de probabilidad / 65% de gravedad) Si tu empresa trabaja en sectores industriales o agrícolas, ojo con el medio ambiente. El 12% de las empresas cometen infracciones medioambientales, y las sanciones pueden llegar a ser graves, afectando hasta el 65% de tu operación por multas o cierres temporales. 9. Espionaje industrial (8% de probabilidad / 90% de gravedad) El robo de secretos comerciales puede destruirte. Aunque tiene una probabilidad más baja, del 8%, el impacto es brutal, con un 90% de gravedad, ya que la pérdida de ventaja competitiva podría significar el fin de tu negocio. 10. Delitos contra la propiedad intelectual (5% de probabilidad / 60% de gravedad) La falsificación o mal uso de marcas y patentes puede costar caro. El 5% de las empresas enfrenta estos problemas, con un impacto del 60%, principalmente por las pérdidas económicas y las posibles demandas. 11. Cohecho y colusión (8% de probabilidad / 80% de gravedad) ¿Negociaciones turbias? Si tu empresa cae en cohecho o colusión, el 8% de las empresas sufren este tipo de delitos, y el impacto es del 80%, poniendo en riesgo tu capacidad para hacer negocios con ciertos sectores. 12. Estafa (25% de probabilidad / 70% de gravedad) Ya sea que alguien te engañe en una transacción o contrato, la estafa afecta al 25% de las empresas, y el impacto puede ser del 70%, destruyendo relaciones comerciales y la confianza de tus clientes. 13. Apropiación indebida (5% de probabilidad / 50% de gravedad) Un empleado que se queda con recursos de la empresa es más común de lo que parece. El 5% de las empresas lidia con esto, y aunque el impacto es más moderado, con un 50%, puede escalar si afecta activos importantes. 14. Sabotaje o vandalismo (16% de probabilidad / 60% de gravedad) El 16% de las empresas son víctimas de vandalismo o sabotaje, y el impacto puede ser grave, con un 60% de daño, principalmente por interrupciones operativas y costos de reparación. 15. Delitos relacionados con la protección de datos (3% de probabilidad / 75% de gravedad) Si no proteges bien los datos de tus clientes, puedes enfrentarte a multas severas. El 3% de las empresas enfrenta este tipo de problemas, pero la gravedad es alta, con un 75% de impacto en multas y pérdida de confianza​ Ineaf Business Schoo .  Como ves, el compliance no es solo una formalidad. Es lo que marca la diferencia entre dormir tranquilo o estar al borde del abismo. Si tu empresa no tiene un plan robusto, el riesgo está ahí, esperando para atacar. No se trata de si te va a pasar, sino de cuándo.
Por Diego Davalillo De Luis 5 de septiembre de 2024
Vamos a ser claros, ser asesor no es cualquier cosa. Si eres asesor, ya sabes que tu vida es una carrera constante contra el tiempo. Entre la presentación de impuestos, el cierre de cuentas, las obligaciones laborales, las gestiones con Hacienda y las consultas diarias de tus clientes, vives con el cronómetro pegado al cuello. Ahora, súmale el riesgo de no estar certificado en compliance, y lo que tienes es una bomba de relojería. Cada mes tienes fechas claves: el IVA trimestral, las retenciones de IRPF, los impuestos de sociedades, las declaraciones de la renta, y así hasta llenar tu calendario con fechas que no perdonan. Y si en medio de todo esto cometes un error por no estar al día con la normativa, las consecuencias no son solo para tu cliente. Te salpican a ti también. La responsabilidad de ser asesor no es solo llevar números y hacer que cuadren. Tu trabajo es asegurarte de que tus clientes no cometan errores que los pongan en problemas legales. Pero, ¿qué pasa si ni siquiera tú estás cubierto? ¿Si te falta el conocimiento o la certificación para protegerte tanto a ti como a ellos? La ley no es indulgente. Un mal paso, un incumplimiento de normativa, o peor, un cliente metido en blanqueo de capitales sin que tú lo sepas, puede arrastrarte a problemas muy serios. Aquí es donde entra en juego el compliance: es lo que te protege, lo que te da la capacidad de cumplir con todas esas obligaciones sin miedo a cometer un error que te cueste caro. ¿Por qué deberías certificarte en compliance? Evitas perder tiempo y dinero por errores evitables: Sabes lo que tienes que hacer y cómo hacerlo sin arriesgarte. No tendrás que corregir trabajos mal hechos ni vivir con el miedo de que una inspección te coja en falta. Te blindas ante problemas legales: Un asesor que no está certificado en compliance está expuesto a que, si algo sale mal, pueda ser considerado cooperador necesario en un delito como el blanqueo de capitales. Aunque no lo hayas hecho tú, podrías ser el responsable por no haber detectado la operación. Y eso, amigo, te puede costar mucho más que una multa. Tienes todas las normativas cubiertas: Sabes que los cambios en la ley no paran, y estar al día te puede ahorrar muchos problemas. La certificación en compliance te obliga a mantenerte actualizado en un entorno legal cada vez más complejo y cambiante. Reduces tu riesgo y el de tus clientes: No solo es un escudo para ti, sino también para las empresas que confían en ti. Al estar certificado, tus clientes sabrán que tienen a alguien que va más allá de llevarles la contabilidad. Sabrán que están en manos de alguien que puede evitarles problemas mucho más graves. Mejora tu eficiencia y aumenta tu cartera de clientes: Un asesor certificado en compliance es mucho más atractivo para las empresas. Serás visto como un experto que no solo sabe llevar las cuentas, sino que también protege el negocio. Y sí, eso te permitirá aumentar tus honorarios. Y lo mejor de todo: te proteges a ti mismo. Con el volumen de trabajo que ya tienes, con todas esas fechas límite, con clientes que no paran de pedirte cosas a última hora, lo último que necesitas es sumar problemas legales. Sin compliance, estás navegando en aguas peligrosas. Y créeme, cuando te llegue la tormenta, querrás estar preparado. Entonces, ¿qué te detiene? Si te tomas en serio tu carrera como asesor y el bienestar de tus clientes, certifícate en compliance. No solo es una ventaja competitiva, es la barrera que te separa de los problemas que no quieres enfrentar. Más información: https://www.dcconsulting.es/asesorisk
Por Diego Davalillo De Luis 2 de agosto de 2024
Imagina esto: acabas de abrir tu negocio, todo marcha sobre ruedas, y de repente recibes una multa de 6000 euros por un "pequeño" detalle que pasaste por alto. Sí, hablamos de la protección de datos. Puede parecer un tema burocrático más, pero las consecuencias de no cumplir con la normativa pueden ser devastadoras. Hoy te voy a contar por qué debes tomarte en serio la protección de datos y cómo evitar que tu empresa sea la próxima en recibir una multa. La Ley de Protección de Datos (LOPD) y el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) no son simples sugerencias. Son leyes que todas las empresas, grandes y pequeñas, deben cumplir. Y no, no es opcional. Cada vez son más las empresas que reciben multas por no obtener el consentimiento expreso de los clientes para el tratamiento de sus datos. Una de las infracciones más comunes es no proporcionar a los clientes el formulario de autorización del tratamiento de datos al darse de alta. ¿Y sabes cuánto puede costarte ese desliz? Exactamente, 6000 euros. Estas multas no son inventos. Son una realidad que está afectando a muchas empresas. Y no estamos hablando solo de grandes corporaciones. Las pequeñas y medianas empresas también están en el punto de mira. La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) no se anda con rodeos y está imponiendo sanciones considerables a aquellas empresas que no cumplen con la normativa. ¿Por qué es tan importante esta autorización? Básicamente, porque asegura que los datos de tus clientes se tratan de manera legal y transparente. Sin este consentimiento, estás violando la privacidad de tus clientes, lo que no solo puede llevar a multas, sino también a una pérdida de confianza y, en última instancia, a la pérdida de negocio. Imagina que tienes una tienda de ropa online. Un cliente se registra, compra un par de jeans, y tú almacenas su información sin pedirle permiso explícito. Todo va bien hasta que un día, te llega una notificación: multa de 6000 euros por no cumplir con la LOPD. ¿Te suena exagerado? No lo es. Esto está pasando en empresas de todos los tamaños. Y no se trata solo de multas. Hablamos de la confianza de tus clientes. Una vez que se pierde, es muy difícil recuperarla. La transparencia es clave. Tus clientes tienen derecho a saber qué haces con sus datos. ¿Vas a enviarlos a terceros? ¿Los vas a usar para bombardearlos con publicidad? Tienes que ser claro. Ocultar información solo te llevará a problemas. Y no, una página de términos y condiciones que nadie lee no cuenta. Habla claro, sé transparente y ganarás la confianza de tus clientes. Obtener el consentimiento expreso no es solo una formalidad. Es tu seguro de vida en el mundo digital. Cada cliente debe firmar una autorización del tratamiento de datos al darse de alta. Sin excepción. Este documento debe explicar claramente qué datos se recopilan, cómo se utilizarán y quién tendrá acceso a ellos. Sin esto, estás navegando en aguas peligrosas. Guardar copias de todas las autorizaciones firmadas es esencial. Si alguna vez tienes que demostrar que obtuviste el consentimiento, necesitarás tener estos documentos a mano. No te confíes en la memoria o en el "buen hacer". Mantén todo bien registrado y organizado. La improvisación no tiene cabida aquí.La normativa de protección de datos está en constante evolución. No puedes darte el lujo de quedarte atrás. Asegúrate de que tus procedimientos y políticas están siempre al día con las últimas exigencias legales. Esto no solo te protege de multas, sino que también te posiciona como una empresa seria y comprometida con la privacidad de tus clientes. Todo tu personal debe estar al tanto de la importancia de la protección de datos y de los procedimientos a seguir. Una formación adecuada puede evitar errores costosos. No basta con que tú lo sepas. Todos en la empresa deben estar en la misma página. Desde el becario hasta el director general. No Cumplir Tiene Consecuencias No cumplir con la normativa de protección de datos no solo te pone en riesgo de recibir una multa. También daña tu reputación y puede alejar a los clientes. En un mundo donde la privacidad es cada vez más valorada, demostrar que te tomas en serio la protección de los datos de tus clientes puede ser un diferencial competitivo.Las multas son un aviso a navegantes. No son solo un castigo, son una advertencia. Un recordatorio de que la privacidad de los datos es un tema serio. Ignorar esta realidad puede costarte caro. Muy caro. Y no hablamos solo de dinero. Hablamos de la confianza de tus clientes, de tu reputación y, en última instancia, de la viabilidad de tu negocio. Las pequeñas y medianas empresas no están exentas. De hecho, a menudo son las más vulnerables. No tienen los recursos de las grandes corporaciones, pero eso no significa que puedan ignorar la normativa. Al contrario, deben ser aún más cuidadosas. Un error puede ser fatal. Y aquí viene lo más jugoso: las multas no caen del cielo. Pueden venir de cualquier parte. Clientes descontentos, competidores malintencionados, empleados cabreados o extrabajadores con ganas de venganza. Sí, cualquiera de ellos puede denunciarte a la AEPD. Un cliente que se siente maltratado, un competidor que quiere sacarte del juego, un trabajador que se fue de malas maneras… todos ellos pueden ser el origen de esa multa de 6000 euros que te arruinará el día. Así que no, no es paranoia. Es la cruda realidad. Revisa tus procedimientos de protección de datos. No dejes que un descuido te cueste 6000 euros o más. Proteger los datos de tus clientes es proteger tu negocio. Y en estos tiempos, no puedes permitirte el lujo de ignorar esta realidad.La protección de datos no es un capricho legal. Es una necesidad. Una obligación que, si se ignora, puede tener consecuencias devastadoras. No juegues a la ruleta rusa con tu negocio. Toma las medidas necesarias para cumplir con la normativa. Infórmate, actualiza tus procedimientos, forma a tu equipo y mantén registros detallados. Tu negocio, tus clientes y tu bolsillo te lo agradecerán.  Así que, si aún no lo has hecho, ponte manos a la obra. No dejes que un simple descuido te arruine. Proteger los datos de tus clientes es proteger el futuro de tu empresa. Y eso, querido lector, es lo más importante de todo .
Por Diego Davalillo De Luis 26 de julio de 2024
¿Te acuerdas de la película Matrix? Claro que sí, todos hemos flipado con ese universo real y paralelo, en el cual no sabes muy bien cual elegir para salvar al mundo. Pero hoy no vamos a hablar de salvar el mundo, sino de salvar tu negocio. Y créeme, esto es igual de emocionante. Te voy a poner en una encrucijada digna de Morfeo: ¿Te tomas la pastilla azul y proteges tu empresa con compliance, o te tomas la roja y te lanzas a los Juegos del Hambre de riesgos diarios? Vamos a entrar en materia. En Matrix, la pastilla azul te despierta a la cruda realidad. La pastilla roja, en cambio, te mantiene en la ignorancia, en una cómoda ilusión. Pues bien, en el mundo de los negocios, la pastilla azul es tu programa de compliance. Es lo que te mantiene seguro, protegido de multas, sanciones y problemas legales. ¿Suena aburrido? Tal vez, pero es lo que te asegura que tu negocio siga funcionando sin sobresaltos. La pastilla roja, en cambio, es ignorar todas esas normas y regulaciones. Suena emocionante, ¿verdad? Pero es una emoción que te puede costar caro. Muy caro. Tomarte la pastilla azul significa implantar procedimientos de compliance que protegen tu negocio. Es asegurarte de que todo el mundo en tu empresa sabe lo que puede y no puede hacer. Es prevenir problemas antes de que ocurran. Es, básicamente, jugar de manera inteligente. Porque, vamos a ser claros, en el mundo real no eres Neo y no puedes esquivar todas las balas. Un solo error y tu empresa puede acabar en el suelo, llena de agujeros legales. ¿Prefieres la pastilla roja? Perfecto, bienvenido a los Juegos del Hambre. Cada día te levantas sin saber si hoy será el día en que una inspección sorpresa descubra que no cumples con alguna normativa. O que un empleado, por falta de procedimientos claros, cometa un delito y tú termines pagando el pato. No hay descanso, no hay seguridad, solo una constante lucha por sobrevivir en un entorno lleno de riesgos. Y te aseguro que la adrenalina de vivir al límite no vale la pena cuando ves a tu empresa tambalearse. La pastilla azul, el compliance, no es solo para las grandes empresas. Es para cualquier negocio que quiera sobrevivir y prosperar. No es un lujo, es una necesidad. Imagina que tienes un seguro para tu coche. ¿Te parece una tontería? Claro que no. Entonces, ¿por qué ignorarías algo tan esencial para tu negocio como el compliance? Es tu seguro contra los riesgos legales y operativos. Es lo que te permite dormir tranquilo por las noches, sabiendo que tu negocio está protegido. Y no, no necesitas ser un gigante corporativo para implementar un buen programa de compliance. Hay herramientas y asesores disponibles que pueden ayudarte a adaptar estas prácticas a la medida de tu empresa. Es una inversión que vale cada céntimo, porque te ahorra problemas mucho más costosos en el futuro. Entonces, ¿cuál es tu elección? ¿La pastilla azul o la roja? ¿Prefieres la seguridad y la protección del compliance, o la incertidumbre y el riesgo constante de ignorar las normativas? La decisión está en tus manos. Pero recuerda, en el mundo de los negocios, no eres un héroe de película. Aquí se juega de verdad, y las consecuencias también lo son. Así que, si quieres asegurarte de que tu negocio no se convierta en un campo de batalla lleno de riesgos y problemas, elige la pastilla azul. Implanta esos procedimientos de compliance, protege tu empresa y sigue adelante con la confianza de que estás haciendo lo correcto. Porque, al final del día, el verdadero héroe es el que sabe proteger lo que ha construido.
Por Diego Davalillo De Luis 26 de julio de 2024
Vale, vamos a poner las cartas sobre la mesa. ¿Qué demonios nos pasa con esta obsesión de subir cada instante de nuestros hijos a las redes sociales? ¿Es que necesitamos la validación constante de que somos buenos padres? Claro, todos queremos presumir de lo monos que son nuestros críos, de sus logros y de lo felices que nos hacen. Pero, ¿te has parado a pensar en los riesgos de esta sobreexposición? Primero, vamos a la raíz del asunto. ¿Hasta qué punto somos dueños de la imagen de nuestros hijos? Publicar fotos y detalles de su vida puede parecer inofensivo, pero en realidad estamos decidiendo por ellos, sin su consentimiento, cómo quieren ser vistos por el mundo. ¿Te imaginas crecer y descubrir que toda tu vida está documentada públicamente desde el día que naciste? Fotos de tus cumpleaños, de tu primer día de escuela, de tus rabietas… toda tu privacidad expuesta a la vista de cualquiera. Los riesgos no son imaginarios. Cuando publicas dónde estudian tus hijos, a qué club de fútbol van o cuáles son sus rutinas diarias, estás dando información valiosa a cualquiera que tenga malas intenciones. Piensa en eso por un segundo. Estamos hablando de la seguridad de tus hijos. ¿Realmente quieres arriesgarte a que alguien con malas intenciones sepa dónde pueden encontrarlos en cualquier momento? Y no solo es cuestión de seguridad física. Hay un componente psicológico que no podemos ignorar. Al exponer constantemente a tus hijos en redes sociales, estás moldeando la percepción que ellos mismos tendrán de su identidad y valor personal. Si desde pequeños se acostumbran a medir su valía en función de los "likes" y comentarios que reciben, ¿qué tipo de adultos crees que serán? ¿Qué tipo de autoestima estarán construyendo? Además, no olvidemos el derecho a la privacidad. Nosotros, como adultos, elegimos qué parte de nuestra vida queremos compartir. ¿Pero y nuestros hijos? ¿Les estamos dando esa opción? La línea entre compartir momentos especiales y violar su privacidad es muy delgada, y muchas veces la cruzamos sin darnos cuenta. Publicamos fotos y videos de ellos en situaciones que, en el futuro, podrían avergonzarlos o hacerlos sentir incómodos. Entonces, ¿qué podemos hacer? La solución no es desaparecer por completo de las redes sociales, pero sí ser más conscientes y responsables con lo que compartimos. Aquí van algunos consejos: Pide permiso: Si tus hijos son lo suficientemente mayores, pregunta si están de acuerdo con que publiques sus fotos o videos. Es una buena forma de enseñarles sobre el consentimiento y la privacidad. Limita la información: Evita compartir detalles específicos como la ubicación, el nombre del colegio, o las actividades diarias. Cuanta menos información personal publiques, mejor. Piensa en el futuro: Antes de subir una foto o video, piensa si tus hijos se sentirían cómodos con esa publicación cuando sean mayores. ¿Podría avergonzarlos o perjudicarlos de alguna manera? Usa ajustes de privacidad: Aprovecha las configuraciones de privacidad en las redes sociales para limitar quién puede ver tus publicaciones. No necesitas compartir todo con el mundo. Sé selectivo: No tienes que compartir cada momento de sus vidas. Reserva algunos recuerdos para ti y tu familia, fuera del alcance de las redes. En resumen, ser padre o madre en la era digital implica una responsabilidad adicional. No se trata solo de cuidar a tus hijos en el mundo real, sino también en el virtual. La sobreexposición en redes sociales es un juego peligroso que puede tener consecuencias a largo plazo. Así que, antes de publicar, piénsalo dos veces. La seguridad y privacidad de tus hijos valen mucho más que unos cuantos "likes". Recuerda, al final del día, ser buen padre no se mide por la cantidad de fotos que publicas, sino por la calidad de tiempo y protección que les brindas. Y eso, querido lector, no necesita de ninguna red social para ser validado.
Por Diego Davalillo De Luis 25 de julio de 2024
¿Compliance? eso solo es para las grandes empresas!! Sí, has leído bien. Y si te crees esta afirmación, estás más perdido que el barco del arroz. El Compliance no sirve para nada... según algunos, claro. ¿Por qué? Porque piensan que es una tontería burocrática que solo las grandes empresas pueden permitirse. Vamos, como si solo los ricos necesitaran seguros o los conductores de Fórmula 1 usaran cinturones de seguridad. Pero déjame decirte, si piensas así, estás muy, pero muy equivocado. La mayoría de las pequeñas y medianas empresas (PYMES) viven bajo la sombra de que el Compliance es un lujo innecesario, una especie de adorno caro que solo las multinacionales pueden darse el gusto de tener. ¿Pero sabes qué? Esta percepción es como creer que solo los millonarios deberían cepillarse los dientes. El Compliance no es un accesorio de lujo, es una necesidad vital para cualquier negocio que quiera sobrevivir y prosperar en el mundo moderno. Te explico. El Compliance, esa palabreja que suena a jerga de abogado, no es más que la práctica de cumplir con las leyes, regulaciones, y normas internas de la empresa. Y esto no es un capricho de la burocracia. Es una red de seguridad que protege tu negocio de multas millonarias, escándalos públicos, y hasta de la bancarrota. Es como ponerle cerradura a la puerta de tu casa. Nadie en su sano juicio diría que eso es solo para mansiones, ¿verdad?Y aquí viene lo mejor. El Compliance no solo te salva de los líos legales, sino que también mejora la eficiencia de tu empresa. ¿Cómo? Pues poniendo orden en tus procesos internos, asegurándote de que todo el mundo en tu equipo sabe qué puede y qué no puede hacer, y creando un ambiente de trabajo más transparente y ético. Porque, seamos realistas, nadie quiere trabajar en una empresa donde las reglas son flexibles como un chicle. Ahora, imagina que eres una pequeña empresa. Tienes que pelear cada día para sobrevivir en un mercado competitivo. ¿Realmente crees que puedes permitirte el lujo de ignorar las leyes y esperar que no te pase nada? Spoiler: No puedes. El cumplimiento de normas no es solo para las grandes. Las multas y sanciones no discriminan por tamaño. Y si te cae una buena, puede ser el fin de tu negocio. Además, el Compliance no es tan caro ni complicado como te lo pintan. Hay herramientas y asesorías diseñadas específicamente para PYMES que hacen el proceso mucho más accesible y manejable. Es como tener un GPS que te ayuda a navegar por el laberinto de regulaciones sin perderte en el intento. Y créeme, vale cada céntimo invertido. Entonces, ¿qué haces todavía dudando? Implementa un programa de Compliance en tu empresa hoy mismo. Protege tu negocio, mejora tu eficiencia, y construye una reputación sólida. Porque si no lo haces, te aseguro que en algún momento desearás haberlo hecho. Y no hay nada peor que lamentarse por no haber tomado una decisión a tiempo. Así que, la próxima vez que alguien te diga que el Compliance no sirve para nada, mírale como si te hubiera dicho que la Tierra es plana. Y luego, sigue adelante, implementa esas políticas de Compliance y demuestra que sabes lo que haces. Tu futuro yo te lo agradecerá.
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