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Por Diego Davalillo De Luis 2 de enero de 2025
Si eres administrador de fincas, lo que voy a contarte te interesa, este tema no entiende de ignorancia ni excusas ni “yo no sabía”... cada día manejas datos personales: nombres, direcciones, cuentas bancarias, correos electrónicos e incluso grabaciones de cámaras de videovigilancia. Y, por si no lo sabías, la ley te nombra encargado de tratamiento de esos datos . Es un título con mucha responsabilidad y, si no lo gestionas bien, puede traerte problemas mucho más grandes de lo que te imaginas. La normativa de protección de datos no es una sugerencia. Es una ley. Una ley que dice que si manejas datos de terceros, como los de las comunidades que gestionas, tienes obligaciones. Firmar contratos con las comunidades, garantizar la seguridad de la información, cumplir con los derechos de los propietarios… Todo eso te toca a ti. Y no es negociable. Si no lo haces bien, las sanciones llegan. Y no hablamos de multas simbólicas, sino de cantidades que pueden alcanzar hasta 600.000 euros . Ahora piensa. ¿Tienes firmados los contratos necesarios con las comunidades? ¿Tienes sistemas para proteger los datos personales? ¿Sabes qué hacer si un propietario solicita acceso a su información? ¿Y si se pierde un fichero o alguien accede sin permiso a una base de datos? Porque si no tienes claras estas respuestas, estás jugando con fuego. Y créeme, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) no tiene piedad cuando alguien incumple. Las comunidades de propietarios tampoco están exentas de obligaciones. ¿Tus comunidades han inscrito sus ficheros en el registro correspondiente? ¿Han señalado adecuadamente las zonas de videovigilancia? ¿Saben que colgar una lista de morosos en el tablón de anuncios sin proteger los datos puede costarles millas de euros? Si no es así, la responsabilidad también te alcanza. Porque como administrador de fincas, tú eres el encargado de asegurarte de que todo está en regla. Sí, lo sé, no es justo, pero es lo que hay. Y no me vengas con el típico “pero siempre se ha hecho así”. Porque lo que antes podía pasar desapercibido, ahora no. Cada vez hay más gente consciente de sus derechos y con ganas de reclamar. Los errores, por pequeños que sean, ya no se quedan debajo de la alfombra. Y cuando alguien denuncia, la sanción no se hace esperar. ¿Sabes qué es lo peor de no cumplir con la protección de datos? Que los problemas no solo afectan a tu bolsillo, sino también a tu reputación. Un administrador que no protege los datos de las comunidades que gestiona no genera confianza. Y sin confianza, el negocio se tambalea. Porque si pierdes la credibilidad, pierdes clientes. Pero no todo es drama. La solución es más sencilla de lo que parece. Cumplir con la ley no tiene por qué ser un problema si lo delega en alguien que sepa lo que hace. Mientras tú sigues gestionando comunidades, resolviendo problemas y ocupándote de lo que realmente importa, alguien se encarga de que todo esté en regla. Así de fácil. Te quitas el peso de encima y te aseguras de que nadie venga a tocarte la puerta con una sanción debajo del brazo. Proteger los datos no es solo una obligación, es una forma de proteger tu negocio. Porque cuando lo haces bien, no solo evitas multas, sino que generas confianza, refuerzas tu profesionalidad y te diferencias de los que prefieren mirar para otro lado. Y eso, en un mercado tan competitivo como el tuyo, vale más que cualquier gasto o trámite. Así que aquí está la pregunta que debes hacerte: ¿quieres dormir tranquilo sabiendo que cumples con la ley o prefieres arriesgarte a un problema que podría costarte todo lo que has construido? Tú decides. Pero recuerda, la protección de datos no espera, y las sanciones tampoco.
Por Diego Davalillo De Luis 12 de diciembre de 2024
Si eres asesor fiscal o abogado , debes entender que tu rol no solo es garantizar el cumplimiento de la ley para tus clientes, sino que también debes asegurarte de que las operaciones que gestionas no estén relacionadas con blanqueo de capitales o financiación del terrorismo . La Ley 10/2010 de prevención del blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo es clara: no cumplirla puede acarrearte sanciones severas , perdida de la licencia profesional e incluso poner en riesgo tu reputación . Si aún no la tienes en cuenta o la ves como una mera formalidad, es hora de que cambies de enfoque. Las consecuencias de no cumplir con esta ley son mucho más graves de lo que crees. ¿Qué implica la Ley 10/2010 para los asesores fiscales y abogados? Como asesor fiscal o abogado, tu actividad está directamente vinculada con el manejo de operaciones financieras, la creación de sociedades y la representación de tus clientes en transacciones significativas. En todos estos casos, la ley te exige que implementes un sistema riguroso de diligencia debida , que implique conocer a fondo a tus clientes y verificar su identidad, así como la de los titulares reales detrás de las empresas con las que trabajas. ¿Qué son los titulares reales? La Ley 10/2010 no solo exige que verifiques la identidad de tu cliente. Si el cliente es una empresa o una sociedad , la ley te obliga a conocer quién está detrás de esa entidad. Es decir, debes identificar al titular real , la persona física que, en última instancia, se beneficia de las transacciones realizadas por esa sociedad. Por ejemplo, si tu cliente es una empresa extranjera que realiza una inversión significativa en España, debes saber quién controla esa empresa . Si no lo haces, podrías estar facilitando operaciones de blanqueo de capitales o financiación del terrorismo sin saberlo. Obligaciones de los asesores fiscales y abogados bajo la Ley 10/2010 La ley establece una serie de responsabilidades concretas para los asesores fiscales y abogados, que deben incluirse en los protocolos internos de cualquier empresa o despacho que se dedique a estos servicios: Verificación de la identidad de los clientes : Este es el paso básico y esencial. Antes de comenzar a trabajar con un cliente, debes verificar su identidad mediante documentos oficiales (DNI, pasaporte, etc.). Esto es solo el comienzo. No basta con la información básica; debes asegurarte de que lo que te entregan sea legítimo. Identificación de los titulares reales : Si estás trabajando con una empresa, también debes identificar a los titulares reales . ¿Quién está realmente al mando de esa sociedad? ¿Quién toma las decisiones clave? ¿Quién se beneficia de las operaciones que está realizando esa sociedad? La Ley exige que se identifique a estas personas, sobre todo cuando los riesgos son altos o las transacciones son inusuales. Diligencia debida : La ley no solo exige que verifiques la identidad del cliente, sino que también te obliga a evaluar el riesgo de las operaciones que estás gestionando. Si las operaciones parecen sospechosas o si el cliente pertenece a un sector de alto riesgo, debes aplicar una diligencia debida reforzada . Esto implica una investigación más profunda, que puede incluir la obtención de información adicional sobre el origen de los fondos y el propósito de las transacciones. Monitoreo continuo de las operaciones : La ley no solo te pide que verifiques la identidad de los clientes al principio. Es tu responsabilidad monitorear de manera continua todas las operaciones que tu cliente realice. Si detectas alguna transacción sospechosa o inusual, debes actuar de inmediato. ¿Qué sucede si no cumples con la Ley 10/2010? Las consecuencias legales y profesionales Los asesores fiscales y abogados son, en muchos casos, los primeros en la línea de defensa contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo. Si no implementas correctamente los procedimientos de diligencia debida, las consecuencias pueden ser graves. No cumplir con la ley pone en peligro no solo a tus clientes, sino también tu propia carrera profesional . Multas y sanciones económicas : Las autoridades competentes, como la UDEF (Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal), tienen el poder de imponer multas económicas significativas. Estas sanciones pueden ser tan elevadas que pondrían en peligro la viabilidad de tu despacho o tu negocio. Además, si no implementas los procedimientos adecuados, podrías ser considerado cómplice en actividades ilícitas, lo que incrementaría aún más las sanciones. Pérdida de licencia profesional : Si eres un abogado o asesor fiscal registrado, tu incumplimiento podría llevar a la pérdida de tu licencia profesional . Esto no solo afectaría a tu negocio, sino que también dañarías tu reputación profesional de manera irreversible. Los colegios de abogados y asociaciones fiscales pueden abrir expedientes disciplinarios que resulten en la expulsión de la entidad profesional a la que perteneces. Responsabilidad penal : En los peores casos, el incumplimiento de la Ley 10/2010 puede implicar una responsabilidad penal . Si se demuestra que facilitaste actividades de blanqueo de capitales o financiación del terrorismo, podrías enfrentar procesos penales . ¿Cómo cumplir con la Ley 10/2010 de forma eficaz? Cumplir con la Ley 10/2010 no tiene que ser complicado. En DC Consulting , ofrecemos un servicio especializado para ayudarte a implementar todos los protocolos necesarios para cumplir con la normativa: Auditoría de cumplimiento : Realizamos una auditoría completa de los procedimientos de tu despacho para asegurarnos de que estás cumpliendo con todos los requisitos legales. Diseño de protocolos internos : Te ayudamos a crear y poner en marcha protocolos internos de identificación y monitoreo de clientes que se ajusten a las necesidades específicas de tu negocio. Formación continua : Ofrecemos formación personalizada para ti y tu equipo sobre las mejores prácticas en la prevención del blanqueo de capitales y cómo cumplir con la ley de manera efectiva. Asesoría personalizada : Te proporcionamos asesoramiento continuo sobre cualquier duda relacionada con el cumplimiento de la Ley 10/2010 y cómo implementar las mejores soluciones para tu caso específico. Conclusión: No arriesgues tu futuro profesional La Ley 10/2010 es clara y estricta. Como asesor fiscal o abogado , tu obligación es garantizar que todas las transacciones que gestionas sean legítimas y estén libres de cualquier vínculo con el blanqueo de capitales o la financiación del terrorismo. Cumplir con la ley no solo te protege a ti y a tus clientes, sino que también te asegura un futuro profesional sin riesgos.  Si aún no estás implementando los procedimientos adecuados, no te arriesgues. Contáctanos ahora y asegúrate de que tu despacho cumple con todas las exigencias legales, evitando multas, sanciones y problemas legales. En DC Consulting , estamos aquí para proteger tu negocio y tu reputación. ¿Estás listo para dar el siguiente paso?
Por Diego Davalillo De Luis 9 de diciembre de 2024
Si hay algo que nunca falla, es que cada vez que una ley empieza a sonar en boca de todos, parece que se crea una especie de nube de confusión a su alrededor. La Ley BOE-A-2010-6737 es una de esas. Quizás ya has oído hablar de ella en reuniones, en charlas entre colegas o incluso en artículos similares a este. Pero, seamos honestos, ¿sabes si realmente te aplica? Spoiler: probablemente sí . ¿Qué dice esta ley que debería preocuparte? La Ley BOE-A-2010-6737 no es algo reservado solo para las grandes empresas, bancos o multinacionales. Esta norma, aunque técnica, afecta a una gran variedad de sectores y actividades. Sí, autónomos y pymes también están en el radar. Lo curioso es que la mayoría de las personas solo piensan en ella cuando ya hay un problema en el horizonte: una inspección, una sanción, o un cliente que empieza a hacer preguntas incómodas. Y aquí viene el golpe de realidad: el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento . Entonces, ¿cómo saber si te aplica? Esa es la pregunta del millón. No es algo que puedas determinar con una simple búsqueda en Google. Dependerá de lo que hagas, cómo lo hagas y, en muchos casos, incluso de quiénes sean tus clientes o proveedores. Por eso, tener nociones básicas sobre esta ley debería estar en tu lista de tareas pendientes. Pero hay más: no se trata solo de cumplir para evitar multas (que pueden ser astronómicas). Se trata también de proteger tu negocio, ganar confianza y estar preparado para cualquier auditoría o inspección. ¿Y si no sabes por dónde empezar? Es normal. Esta ley, como muchas otras, está escrita en un idioma que parece diseñado para abogados. Pero aquí es donde entra en juego algo que no deberías subestimar: la formación . No necesitas convertirte en experto, pero sí entender lo suficiente para no cometer errores que podrían salir caros. ¿Por qué ahora? Porque el panorama legal no es un juego. Las sanciones, además de afectar tu bolsillo, pueden dañar seriamente la reputación de tu negocio. Y créeme, no quieres estar en la lista de empresas que no cumplieron. Tomar la iniciativa no solo demuestra que estás comprometido con tu actividad, sino que te da una tranquilidad enorme. Es como un seguro: prefieres tenerlo y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo. Nuestra recomendación Infórmate, forma a tu equipo y asegúrate de que estás cumpliendo con lo que se espera de ti. Si no sabes por dónde empezar, no te preocupes. Estamos aquí para ayudarte, no para juzgarte. Sabemos que esto no es lo que más te apasiona de tu negocio, pero precisamente por eso te lo ponemos fácil. Al final, se trata de proteger lo que con tanto esfuerzo has construido. ¿Y si te dijera que con una charla o un taller podrías entender lo que realmente necesitas para cumplir? Quizás es hora de quitarle el misterio a esta ley y empezar a verla como una oportunidad para mejorar. No esperes a que sea tarde.  Entender esta ley no solo te evita problemas, también te prepara para un futuro más seguro y sólido.
Por Diego Davalillo De Luis 31 de octubre de 2024
Este tema no es solo una cuestión teórica, sino que tiene un impacto real en la vida de cualquier empresa que quiera mantener su integridad y reputación. Y ahora, con la reciente Sentencia de la Audiencia Nacional de 6 de marzo de 2018, tenemos una nueva referencia sobre la eficacia jurídica de los códigos éticos y de conducta, en este caso el de Banca March, que arroja luz sobre un aspecto clave: ¿Hasta dónde llega la fuerza de un código ético para justificar sanciones disciplinarias? Vivimos en una época en la que las empresas están más concienciadas que nunca sobre la necesidad de una política de cumplimiento normativo. Las reformas recientes del Código Penal han puesto de relieve la importancia de contar con códigos de conducta sólidas que establecen reglas claras de comportamiento, valores y principios para todos los integrantes de la empresa. Pero ¿puede una empresa sancionar a un empleado por incumplir su código ético? La respuesta, como suele ocurrir en el ámbito legal, es “depende”. Los códigos de conducta y su papel en la empresa. Para empezar, un código ético es un documento que, en la mayoría de los casos, la empresa establece de manera unilateral. En él, se plasman principios de conducta y reglas específicas que la empresa espera que sigan sus empleados, y en muchos casos, estas directrices se relacionan directamente con su responsabilidad social. Ahora bien, el hecho de que sea unilateral implica una diferencia importante: a diferencia de un convenio colectivo, que es negociado entre la empresa y la representación de los trabajadores, un código ético no tiene que pasar por un proceso de acuerdo mutuo para ser modificado o suprimido. Esa unilateralidad es clave, porque mientras que el convenio colectivo requiere un procedimiento específico para cualquier modificación, en el caso del código ético, la empresa puede ajustarlo a discreción. Sin embargo, esa ventaja tiene su límite en el sistema de fuentes del Derecho del Trabajo, recogido en el artículo 3 del Estatuto de los Trabajadores, donde el convenio colectivo se considera como una norma de mayor peso a nivel laboral, ya que este puede mejorar. las condiciones establecidas por la ley para proteger al trabajador. ¿Qué dice la ley sobre sancionar por incumplir el código ético? Aquí es donde la situación se complica. Aunque el código ético establece normas importantes para la conducta en la empresa, su fuerza disciplinaria es limitada si no está respaldada por el convenio colectivo o por legislación específica. La Sentencia de la Audiencia Nacional lo explica claramente: un código ético puede complementar la normativa laboral y establecer principios para fomentar conductas socialmente responsables, pero en ningún caso puede reemplazar la legislación laboral o el contenido de un convenio colectivo. De acuerdo con esta sentencia, el código ético tiene un rol complementario, y solo en la medida en que sus directrices estén alineadas con las disposiciones legales y contractuales (como el convenio colectivo) puede imponer sanciones. Es decir, las disposiciones disciplinarias del código ético deben encajar dentro de lo que establece el convenio colectivo en materia de sanciones e infracciones. Esto significa que, aunque un código ético puede fijar normas de conducta, si estas no están recogidas en el convenio colectivo, el incumplimiento de dichas normas no puede ser utilizado para justificar un despido disciplinario de tipo nuevo o no contemplado en el convenio. Dicho de otra manera, el código ético puede servir para sancionar, siempre y cuando sus infracciones coincidan con las tipificaciones del régimen disciplinario recogidas en el convenio colectivo o en el marco del artículo 54 del Estatuto de los Trabajadores. La posición de la Audiencia Nacional La Audiencia Nacional lo deja claro en la Sentencia del 6 de marzo de 2018: “un código ético complementa la regulación de las relaciones laborales en la medida en que establece unos principios para implementar conductas socialmente responsables, pero no puede sustituir ni suplantar la legislación laboral , ni el diálogo social o la negociación colectiva”. En resumen, las sanciones derivadas de un código ético solo serán válidas en la medida en que se alineen con lo que la legislación y el convenio colectivo consideran como infracciones susceptibles de sanción. Entonces, ¿cuál es el alcance real de un código ético en la empresa? Básicamente, el código sirve para reforzar el comportamiento responsable y ético de los empleados, pero su poder sancionador no es absoluto ni independiente. Su función principal es ser una herramienta que guía la conducta y actúa como un complemento al marco legal y al convenio colectivo vigente. ¿Entonces vale la pena tener un código ético? Sin duda. Aunque no pueda sustituir a la legislación laboral, el código ético es una herramienta poderosa para promover una cultura de responsabilidad y transparencia en la empresa. Permite que los empleados tengan una guía clara sobre lo que se espera de ellos y sobre las conductas que se consideran aceptables o inaceptables en el entorno laboral. Aunque no justifique despidos fuera del marco del convenio, sí puede establecer sanciones internas y advertencias formales que refuercen la conducta deseada. Un buen código ético también ayuda a prevenir problemas antes de que ocurran, y alinea a los empleados con los valores y la misión de la empresa. Pero, sobre todo, crea una cultura de cumplimiento y un entorno donde todos saben que existen normas que deben respetarse, aunque su incumplimiento extremo deba coincidir con lo dispuesto en el convenio para justificar un despido disciplinario. ¿Se puede sancionar a un empleado por incumplir el código ético? Sí, pero con matices importantes. Mientras que el código ético puede establecer directrices y sanciones, estas solo serán plenamente efectivas si se encuentran respaldadas por la legislación y el convenio colectivo aplicable. De lo contrario, la empresa se exponen a que una sanción disciplinaria basada únicamente en el incumplimiento del código ético sin respaldo en el convenio colectivo pueda ser impugnada.  Así, el código ético no es un sustituto de las normativas laborales, sino una herramienta que complementa las relaciones laborales, aportando valor en términos de responsabilidad y compromiso, siempre dentro del marco legal. Tener un código ético fuerte es esencial para establecer una cultura de cumplimiento, pero su eficacia depende de su encaje y alineación con el régimen legal y los convenios que regulan las relaciones laborales en la empresa.
Por Diego Davalillo De Luis 31 de octubre de 2024
La Ley LOPIVI ( Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia ) obliga a todas las organizaciones que trabajan con menores a implementar de protección y prevención contra la violencia infantil. Esto incluye desde colegios y academias hasta clubes deportivos, federaciones y profesionales de la salud. Si diriges alguna de estas entidades, eres un sujeto obligado : estás legalmente comprometido a garantizar un entorno seguro y cumplir con cada requisito que la ley establece. 1. Responsabilidad penal: sí, tú puedes acabar siendo responsable directo Hablemos claro. Cuando las medidas de protección no se cumplen, o los protocolos son insuficientes, el responsable eres tú. No el club, no la academia… eres tú . Y aquí no hablamos de sanciones menores: hablamos de responsabilidad penal que puede derivar en penas de prisión para los directivos y responsables. No actuar ante una situación de riesgo para los menores, no contar con un protocolo adecuado o no garantizar un entorno seguro puede llevar a un directivo a enfrentarse a consecuencias legales serias. La ley no es ambigua: si hay un fallo en la protección de los menores, la responsabilidad recae en quienes dirigen la organización. Así de claro. 2. Multas económicas: ¿puede tu organización permitirse una sanción de 60.000 €? Además de la responsabilidad penal, el incumplimiento de la ley LOPIVI puede salir caro. Muy caro. Las multas pueden llegar hasta los 60.000 € , una cantidad que no todos los clubes o academias están en condiciones de asumir. Estas sanciones no solo afectan las finanzas de la entidad, sino que pueden comprometer su viabilidad a largo plazo. ¿Qué quiere decir esto? Que cada mes, cada año que pasa sin tomar medidas reales de protección, el riesgo sigue creciendo. ¿Te imaginas cómo podría afectar a tu organización recibir una multa de esta magnitud? Y más aún, ¿te imaginas tener que justificar a las familias que la seguridad de sus hijos no estaba garantizada? 3. Daño reputacional: el tipo de mancha que no se borra Cuando la seguridad de los menores falla, el daño no se queda solo en lo legal o en lo económico. La reputación también se juega. Basta con que un solo incidente salga a la luz para que el club, academia o federación se vea manchada por un buen tiempo. La confianza de las familias es la base de cualquier entidad que trabaje con menores. Y cuando esto se pierde, las consecuencias son inmediatas. Los padres buscan tranquilidad y seguridad para sus hijos, y cuando una organización queda señalada por no cumplir con la ley, esa confianza se evapora. Una crisis de reputación puede llevar a la pérdida de apoyo y de inscripción de nuevas familias, algo que no se recupera fácilmente. La certificación ISP 21008: la única llave que te protege a ti y protege a los menores Entonces, ¿cómo proteger a los menores y, de paso, protegerte a ti? Con la certificación Infancia Segura y Protegida ISP 21008 . No es solo un título bonito para poner en la web. Es la garantía de que su organización cumple con todas las medidas de protección, prevención y formación que exige la ley. Es la seguridad de que cada protocolo está en su sitio, que cada riesgo está controlado, y que cada persona de su equipo sabe exactamente cómo actuar. Con la certificación ISP 21008, aseguras que tu club, federación o academia cumple al pie de la letra con la ley LOPIVI. No solo elimina el riesgo de multas o sanciones, sino que también protege la reputación de tu organización y ofrece a las familias la tranquilidad que buscan. Cumplir con la ley LOPIVI no es un lujo, es una necesidad. Y la certificación ISP 21008 es la única llave que te asegura un cumplimiento completo, que protege a los menores y te protege a ti.  ¿Vas a seguir dejando la seguridad en manos de "esto parece suficiente"? O prefieres hacerlo bien, hacerlo completo y protegerte de verdad.
Por Diego Davalillo De Luis 22 de octubre de 2024
Mira, puede que la palabra "compliance" suene como algo complicado o lejano, pero en realidad es mucho más simple de lo que parece. ¿Te gusta tener todo en orden en tu negocio? Pues de eso va el compliance. Es como ponerle un candado a todo lo que haces en tu empresa para que nadie, ni las leyes, ni los empleados, ni los clientes, puedan sacarte los colores por hacer las cosas mal. Pero no te asustes, no estamos hablando de algo que sea solo para las grandes multinacionales; esto también es para ti, sea cual sea el tamaño de tu negocio.  Piénsalo así: ¿te gustaría que un empleado se pasara de listo, te robara dinero y, encima, tú acabaras pagando el pato porque no tenías todo bien atado? O peor, que un cliente te denuncie por no cumplir con la normativa de protección de datos porque su información se ha filtrado. Sanciones, multas, juicios... no suena muy divertido, ¿verdad? Eso es exactamente lo que el compliance evita. No se trata de ponerte paranoico, se trata de cubrirte las espaldas. De que sepas que todo está en orden, que nadie va a buscarte las cosquillas. Porque las multas por hacer las cosas mal no son una broma, y lo mejor es que muchas veces esos problemas ni los ves venir hasta que ya te han explotado en la cara. Cuando tienes un sistema de compliance, lo que estás haciendo es poner las reglas claras dentro de tu negocio. Es como tener un manual de “esto se puede hacer y esto no”, para ti, para tus empleados, para los proveedores, y hasta para los clientes. De repente, todo el mundo sabe lo que tiene que hacer, sin sorpresas. Y ahí es donde la magia sucede: menos riesgos, menos líos, más tranquilidad. Y sí, puede que ahora pienses: "Esto no me hace falta, a mí no me va a pasar". Te entiendo, pero te voy a contar algo que pasa más de lo que crees. El 46% de las empresas sufre fraudes internos, y muchas ni siquiera se enteran hasta que ya es demasiado tarde. ¿Te imaginas? Un empleado manipulando cifras o llevándose dinero sin que te des cuenta, porque no tienes los controles adecuados. Y cuando lo descubres, ya te ha costado una fortuna. ¿Y si hablamos de los ciberataques? Con todo digital, las empresas se han vuelto el objetivo perfecto para hackers. Un clic en el sitio equivocado, y ahí tienes: todos los datos de tus clientes en manos de terceros. Las multas por esto pueden ser descomunales, y no, no importa si eres pequeño o grande. Lo peor es que esto podría haberse evitado con algo tan sencillo como tener un buen sistema de compliance, que ponga en marcha medidas de protección para los datos y la información. No se trata solo de evitar multas, que sí, son importantes, sino de que tu empresa funcione bien, sin riesgos, sin sustos. Que sepas que cuando duermes por la noche, todo está en su sitio. Y eso, mi amigo, es algo que no tiene precio. Cumplir con las reglas no es una opción, es una necesidad. Y con un buen compliance, no solo cumples, sino que te aseguras de que todo el mundo en tu empresa lo haga. Menos problemas, más crecimiento. Lo que ganas no es solo evitar sanciones, sino tener un negocio que da confianza. Clientes que se quedan, empleados que saben lo que tienen que hacer, y tú, sin quebraderos de cabeza. Puede que no lo veas aún, pero el compliance es como ese cinturón de seguridad que, hasta que lo necesitas, no te das cuenta de lo importante que es. ¿Te vas a arriesgar a ir sin él?
Por Diego Davalillo De Luis 22 de octubre de 2024
Lo que nunca te contaron cuando montaste tu empresa es que hay una larga lista de maneras en las que puedes meterte en problemas, y no hablo de errores menores o malas decisiones estratégicas. Estoy hablando de delitos, sí, esos que están al acecho y que, aunque no los veas venir, podrían poner en peligro todo lo que has construido. Para empezar, tienes que saber que, en promedio, tu empresa tiene un 17.53% de probabilidades de enfrentarse a algún tipo de delito corporativo. Puede parecer bajo, pero cuando ves la magnitud de lo que está en juego, te das cuenta de que no es algo que quieras arriesgar. Ahora, vamos a los números de verdad. 1. Fraude corporativo (46% de probabilidad / 70% de gravedad) Este es el gran villano de las empresas. Ya sea malversación de fondos, falsificación de documentos o cualquier otra treta interna, el 46% de las empresas ha sido víctima de fraude. Y si esto te pasa, prepárate para un golpe fuerte: las pérdidas pueden alcanzar hasta el 70% en términos de daño financiero, litigios y reputación. 2. Robo o hurto (34% de probabilidad / 50% de gravedad) No solo hablamos de que alguien se lleve una caja de bolígrafos. El robo de equipos, productos o suministros puede afectar gravemente tus operaciones. Con una probabilidad del 34% de que ocurra, el impacto puede ser del 50%, suficiente para dañar las finanzas y la productividad. 3. Delitos laborales (35% de probabilidad / 60% de gravedad) Horas extras no pagadas, contratos ilegales, condiciones laborales cuestionables. Si no llevas bien tu gestión de recursos humanos, el 35% de las empresas lo sufren. La gravedad de las sanciones y demandas puede llegar al 60%, incluyendo multas y daños reputacionales. 4. Blanqueo de capitales (20% de probabilidad / 80% de gravedad) Es más común de lo que crees. Un mal movimiento financiero, y tu empresa puede estar en el centro de una investigación de blanqueo de dinero. El 20% de las empresas se ven envueltas en este problema, y si te toca, el impacto puede ser devastador, con un 80% de gravedad por sanciones y pérdida de credibilidad. 5. Delitos informáticos y ciberataques (21% de probabilidad / 85% de gravedad) No tener tu seguridad digital en orden es como dejar la puerta abierta por la noche. El 21% de las empresas sufre ciberataques, y cuando pasa, el daño puede ser del 85%. No es solo la información que pierdes, es la confianza de tus clientes lo que realmente cuesta. 6. Evasión fiscal (15% de probabilidad / 75% de gravedad) Pensar que puedes jugar con Hacienda no es buena idea. El 15% de las empresas enfrenta problemas de evasión fiscal, y el castigo es severo: hasta el 75% de gravedad en multas, recargos y daños a la reputación. 7. Corrupción y soborno (10% de probabilidad / 85% de gravedad) Es más fácil de lo que crees caer en el juego de la corrupción. Con una probabilidad del 10%, el impacto si te atrapan es gigantesco: el 85% de gravedad, con sanciones que pueden destruir contratos y la reputación de tu empresa. 8. Delitos medioambientales (12% de probabilidad / 65% de gravedad) Si tu empresa trabaja en sectores industriales o agrícolas, ojo con el medio ambiente. El 12% de las empresas cometen infracciones medioambientales, y las sanciones pueden llegar a ser graves, afectando hasta el 65% de tu operación por multas o cierres temporales. 9. Espionaje industrial (8% de probabilidad / 90% de gravedad) El robo de secretos comerciales puede destruirte. Aunque tiene una probabilidad más baja, del 8%, el impacto es brutal, con un 90% de gravedad, ya que la pérdida de ventaja competitiva podría significar el fin de tu negocio. 10. Delitos contra la propiedad intelectual (5% de probabilidad / 60% de gravedad) La falsificación o mal uso de marcas y patentes puede costar caro. El 5% de las empresas enfrenta estos problemas, con un impacto del 60%, principalmente por las pérdidas económicas y las posibles demandas. 11. Cohecho y colusión (8% de probabilidad / 80% de gravedad) ¿Negociaciones turbias? Si tu empresa cae en cohecho o colusión, el 8% de las empresas sufren este tipo de delitos, y el impacto es del 80%, poniendo en riesgo tu capacidad para hacer negocios con ciertos sectores. 12. Estafa (25% de probabilidad / 70% de gravedad) Ya sea que alguien te engañe en una transacción o contrato, la estafa afecta al 25% de las empresas, y el impacto puede ser del 70%, destruyendo relaciones comerciales y la confianza de tus clientes. 13. Apropiación indebida (5% de probabilidad / 50% de gravedad) Un empleado que se queda con recursos de la empresa es más común de lo que parece. El 5% de las empresas lidia con esto, y aunque el impacto es más moderado, con un 50%, puede escalar si afecta activos importantes. 14. Sabotaje o vandalismo (16% de probabilidad / 60% de gravedad) El 16% de las empresas son víctimas de vandalismo o sabotaje, y el impacto puede ser grave, con un 60% de daño, principalmente por interrupciones operativas y costos de reparación. 15. Delitos relacionados con la protección de datos (3% de probabilidad / 75% de gravedad) Si no proteges bien los datos de tus clientes, puedes enfrentarte a multas severas. El 3% de las empresas enfrenta este tipo de problemas, pero la gravedad es alta, con un 75% de impacto en multas y pérdida de confianza​ Ineaf Business Schoo .  Como ves, el compliance no es solo una formalidad. Es lo que marca la diferencia entre dormir tranquilo o estar al borde del abismo. Si tu empresa no tiene un plan robusto, el riesgo está ahí, esperando para atacar. No se trata de si te va a pasar, sino de cuándo.
Por Diego Davalillo De Luis 5 de septiembre de 2024
Vamos a ser claros, ser asesor no es cualquier cosa. Si eres asesor, ya sabes que tu vida es una carrera constante contra el tiempo. Entre la presentación de impuestos, el cierre de cuentas, las obligaciones laborales, las gestiones con Hacienda y las consultas diarias de tus clientes, vives con el cronómetro pegado al cuello. Ahora, súmale el riesgo de no estar certificado en compliance, y lo que tienes es una bomba de relojería. Cada mes tienes fechas claves: el IVA trimestral, las retenciones de IRPF, los impuestos de sociedades, las declaraciones de la renta, y así hasta llenar tu calendario con fechas que no perdonan. Y si en medio de todo esto cometes un error por no estar al día con la normativa, las consecuencias no son solo para tu cliente. Te salpican a ti también. La responsabilidad de ser asesor no es solo llevar números y hacer que cuadren. Tu trabajo es asegurarte de que tus clientes no cometan errores que los pongan en problemas legales. Pero, ¿qué pasa si ni siquiera tú estás cubierto? ¿Si te falta el conocimiento o la certificación para protegerte tanto a ti como a ellos? La ley no es indulgente. Un mal paso, un incumplimiento de normativa, o peor, un cliente metido en blanqueo de capitales sin que tú lo sepas, puede arrastrarte a problemas muy serios. Aquí es donde entra en juego el compliance: es lo que te protege, lo que te da la capacidad de cumplir con todas esas obligaciones sin miedo a cometer un error que te cueste caro. ¿Por qué deberías certificarte en compliance? Evitas perder tiempo y dinero por errores evitables: Sabes lo que tienes que hacer y cómo hacerlo sin arriesgarte. No tendrás que corregir trabajos mal hechos ni vivir con el miedo de que una inspección te coja en falta. Te blindas ante problemas legales: Un asesor que no está certificado en compliance está expuesto a que, si algo sale mal, pueda ser considerado cooperador necesario en un delito como el blanqueo de capitales. Aunque no lo hayas hecho tú, podrías ser el responsable por no haber detectado la operación. Y eso, amigo, te puede costar mucho más que una multa. Tienes todas las normativas cubiertas: Sabes que los cambios en la ley no paran, y estar al día te puede ahorrar muchos problemas. La certificación en compliance te obliga a mantenerte actualizado en un entorno legal cada vez más complejo y cambiante. Reduces tu riesgo y el de tus clientes: No solo es un escudo para ti, sino también para las empresas que confían en ti. Al estar certificado, tus clientes sabrán que tienen a alguien que va más allá de llevarles la contabilidad. Sabrán que están en manos de alguien que puede evitarles problemas mucho más graves. Mejora tu eficiencia y aumenta tu cartera de clientes: Un asesor certificado en compliance es mucho más atractivo para las empresas. Serás visto como un experto que no solo sabe llevar las cuentas, sino que también protege el negocio. Y sí, eso te permitirá aumentar tus honorarios. Y lo mejor de todo: te proteges a ti mismo. Con el volumen de trabajo que ya tienes, con todas esas fechas límite, con clientes que no paran de pedirte cosas a última hora, lo último que necesitas es sumar problemas legales. Sin compliance, estás navegando en aguas peligrosas. Y créeme, cuando te llegue la tormenta, querrás estar preparado. Entonces, ¿qué te detiene? Si te tomas en serio tu carrera como asesor y el bienestar de tus clientes, certifícate en compliance. No solo es una ventaja competitiva, es la barrera que te separa de los problemas que no quieres enfrentar. Más información: https://www.dcconsulting.es/asesorisk
Por Diego Davalillo De Luis 2 de agosto de 2024
Imagina esto: acabas de abrir tu negocio, todo marcha sobre ruedas, y de repente recibes una multa de 6000 euros por un "pequeño" detalle que pasaste por alto. Sí, hablamos de la protección de datos. Puede parecer un tema burocrático más, pero las consecuencias de no cumplir con la normativa pueden ser devastadoras. Hoy te voy a contar por qué debes tomarte en serio la protección de datos y cómo evitar que tu empresa sea la próxima en recibir una multa. La Ley de Protección de Datos (LOPD) y el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) no son simples sugerencias. Son leyes que todas las empresas, grandes y pequeñas, deben cumplir. Y no, no es opcional. Cada vez son más las empresas que reciben multas por no obtener el consentimiento expreso de los clientes para el tratamiento de sus datos. Una de las infracciones más comunes es no proporcionar a los clientes el formulario de autorización del tratamiento de datos al darse de alta. ¿Y sabes cuánto puede costarte ese desliz? Exactamente, 6000 euros. Estas multas no son inventos. Son una realidad que está afectando a muchas empresas. Y no estamos hablando solo de grandes corporaciones. Las pequeñas y medianas empresas también están en el punto de mira. La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) no se anda con rodeos y está imponiendo sanciones considerables a aquellas empresas que no cumplen con la normativa. ¿Por qué es tan importante esta autorización? Básicamente, porque asegura que los datos de tus clientes se tratan de manera legal y transparente. Sin este consentimiento, estás violando la privacidad de tus clientes, lo que no solo puede llevar a multas, sino también a una pérdida de confianza y, en última instancia, a la pérdida de negocio. Imagina que tienes una tienda de ropa online. Un cliente se registra, compra un par de jeans, y tú almacenas su información sin pedirle permiso explícito. Todo va bien hasta que un día, te llega una notificación: multa de 6000 euros por no cumplir con la LOPD. ¿Te suena exagerado? No lo es. Esto está pasando en empresas de todos los tamaños. Y no se trata solo de multas. Hablamos de la confianza de tus clientes. Una vez que se pierde, es muy difícil recuperarla. La transparencia es clave. Tus clientes tienen derecho a saber qué haces con sus datos. ¿Vas a enviarlos a terceros? ¿Los vas a usar para bombardearlos con publicidad? Tienes que ser claro. Ocultar información solo te llevará a problemas. Y no, una página de términos y condiciones que nadie lee no cuenta. Habla claro, sé transparente y ganarás la confianza de tus clientes. Obtener el consentimiento expreso no es solo una formalidad. Es tu seguro de vida en el mundo digital. Cada cliente debe firmar una autorización del tratamiento de datos al darse de alta. Sin excepción. Este documento debe explicar claramente qué datos se recopilan, cómo se utilizarán y quién tendrá acceso a ellos. Sin esto, estás navegando en aguas peligrosas. Guardar copias de todas las autorizaciones firmadas es esencial. Si alguna vez tienes que demostrar que obtuviste el consentimiento, necesitarás tener estos documentos a mano. No te confíes en la memoria o en el "buen hacer". Mantén todo bien registrado y organizado. La improvisación no tiene cabida aquí.La normativa de protección de datos está en constante evolución. No puedes darte el lujo de quedarte atrás. Asegúrate de que tus procedimientos y políticas están siempre al día con las últimas exigencias legales. Esto no solo te protege de multas, sino que también te posiciona como una empresa seria y comprometida con la privacidad de tus clientes. Todo tu personal debe estar al tanto de la importancia de la protección de datos y de los procedimientos a seguir. Una formación adecuada puede evitar errores costosos. No basta con que tú lo sepas. Todos en la empresa deben estar en la misma página. Desde el becario hasta el director general. No Cumplir Tiene Consecuencias No cumplir con la normativa de protección de datos no solo te pone en riesgo de recibir una multa. También daña tu reputación y puede alejar a los clientes. En un mundo donde la privacidad es cada vez más valorada, demostrar que te tomas en serio la protección de los datos de tus clientes puede ser un diferencial competitivo.Las multas son un aviso a navegantes. No son solo un castigo, son una advertencia. Un recordatorio de que la privacidad de los datos es un tema serio. Ignorar esta realidad puede costarte caro. Muy caro. Y no hablamos solo de dinero. Hablamos de la confianza de tus clientes, de tu reputación y, en última instancia, de la viabilidad de tu negocio. Las pequeñas y medianas empresas no están exentas. De hecho, a menudo son las más vulnerables. No tienen los recursos de las grandes corporaciones, pero eso no significa que puedan ignorar la normativa. Al contrario, deben ser aún más cuidadosas. Un error puede ser fatal. Y aquí viene lo más jugoso: las multas no caen del cielo. Pueden venir de cualquier parte. Clientes descontentos, competidores malintencionados, empleados cabreados o extrabajadores con ganas de venganza. Sí, cualquiera de ellos puede denunciarte a la AEPD. Un cliente que se siente maltratado, un competidor que quiere sacarte del juego, un trabajador que se fue de malas maneras… todos ellos pueden ser el origen de esa multa de 6000 euros que te arruinará el día. Así que no, no es paranoia. Es la cruda realidad. Revisa tus procedimientos de protección de datos. No dejes que un descuido te cueste 6000 euros o más. Proteger los datos de tus clientes es proteger tu negocio. Y en estos tiempos, no puedes permitirte el lujo de ignorar esta realidad.La protección de datos no es un capricho legal. Es una necesidad. Una obligación que, si se ignora, puede tener consecuencias devastadoras. No juegues a la ruleta rusa con tu negocio. Toma las medidas necesarias para cumplir con la normativa. Infórmate, actualiza tus procedimientos, forma a tu equipo y mantén registros detallados. Tu negocio, tus clientes y tu bolsillo te lo agradecerán.  Así que, si aún no lo has hecho, ponte manos a la obra. No dejes que un simple descuido te arruine. Proteger los datos de tus clientes es proteger el futuro de tu empresa. Y eso, querido lector, es lo más importante de todo .
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