Si cumplir te parece caro, prueba a no cumplir

Diego Davalillo De Luis • 10 de julio de 2024

Ser autónomo o llevar una empresa en estos tiempos es como navegar en un mar lleno de tiburones. Tiburones llamados "obligaciones normativas". Esas reglas y regulaciones que parecen multiplicarse más rápido que los memes en internet, y que muchas veces te dejan más confundido que un pulpo en un garaje. La cantidad de normativas, leyes y regulaciones que debes cumplir puede ser abrumadora y, a menudo, parece que solo se suman a la lista sin cesar.


Cada nuevo decreto, cada modificación en las leyes fiscales, cada actualización en las normativas de seguridad y protección de datos es otro ladrillo en la mochila que llevas a cuestas. Pero, ¿qué pasa cuando no las cumples? Multas desmesuradas que te hacen replantearte si todo esto vale la pena. Sanciones que no solo afectan tu bolsillo, sino que pueden poner en jaque todo el esfuerzo y dedicación que has invertido en tu negocio. Además, la presión de cumplir con estas normativas no solo consume tiempo y recursos, sino que también genera un constante estado de estrés y preocupación. Vamos a desglosar esta maraña y entender por qué, a pesar de todo, cumplir es imprescindible. Porque sí, es una pesadilla, pero es una pesadilla de la que podemos despertar con el enfoque y las herramientas adecuadas.


La montaña de obligaciones


Cuando decides emprender o convertirte en autónomo, nadie te dice que vas a pasar más tiempo rellenando papeles que haciendo lo que realmente te apasiona. Cada sector tiene su propio set de normas y regulaciones, desde fiscalidad y seguridad social hasta protección de datos y medioambiente. Un error y te encuentras en un lío monumental.


Cada año, las leyes cambian, se actualizan, y con ellas tus responsabilidades. Es como si de repente te cambian el tablero de juego y tú tienes que aprender nuevas reglas sin previo aviso. Un ejemplo claro es la fiscalidad. Dependiendo del tipo de actividad que realices, tienes que lidiar con impuestos de IRPF, IVA, retenciones, y un sinfín de declaraciones trimestrales y anuales. Y eso solo en el ámbito fiscal. Si hablamos de protección de datos, la cosa se pone aún más seria. Con el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), cada empresa debe garantizar la seguridad y privacidad de la información que maneja, y un fallo aquí puede salirte carísimo.


El costo de ladesinformación


Uno de los mayores problemas es la desinformación. No saber qué normas aplicar o cómo hacerlo correctamente es el pan de cada día para muchos. No se trata solo de desconocimiento, sino de la complejidad y el constante cambio de las regulaciones. Es como si cada vez que crees haber entendido una norma, el gobierno decide cambiar las reglas del juego. Y aquí es donde empiezan los problemas.


Un empresario promedio no tiene tiempo para seguir cada actualización legal. Y aunque intente, es probable que se pierda en un mar de términos técnicos y cláusulas confusas. Esta desinformación lleva a errores que, en el mejor de los casos, resultan en correcciones costosas, y en el peor, en multas devastadoras. No es raro encontrar casos de negocios que han cerrado porque no pudieron hacer frente a las sanciones derivadas de incumplimientos normativos.


Servicios caros vs. servicios baratos


Entonces, ¿contratas a un profesional para que te ayude? Sí, pero hay un problema: los buenos servicios suelen ser caros. Y muchas veces, en un intento por ahorrar, se opta por soluciones más baratas que, al final, salen carísimas. ¿Por qué? Porque un mal asesoramiento puede llevar a incumplimientos que resultan en multas astronómicas.


Por otro lado, los servicios caros pueden parecer una inversión innecesaria, hasta que te das cuenta de que te están salvando de una catástrofe mayor. Imagina pagar una buena cantidad a un asesor y pensar que es demasiado, pero luego descubrir que te ha evitado una multa que podría haberte llevado a la ruina. Sí, así de importante es.


He conocido a muchos empresarios que, por ahorrar unos euros, han terminado contratando a "asesores" que no tienen idea de lo que hacen. El resultado: errores en las declaraciones, sanciones por no cumplir con normativas básicas y, en el peor de los casos, auditorías que terminan descubriendo fallos sistémicos en la gestión del negocio. Al final, lo barato sale caro, y en el mundo del compliance, esta frase no podría ser más acertada.


Las multas: el gran peligro


Y aquí llegamos al meollo del asunto. Las multas. Esas sanciones que te hacen replantear toda tu vida. Cuando no cumples con las obligaciones normativas, las multas pueden ser tan desmesuradas que te dejan sin aliento. No son solo números en un papel; son cifras que pueden poner en peligro tu negocio, tu sueño y todo por lo que has trabajado.


Imagina que estás navegando tranquilamente en tu barco (tu negocio) y, de repente, te encuentras con una tormenta (una multa). No solo te golpea fuerte, sino que amenaza con hundir todo lo que has construido. Las multas por incumplimiento no son pequeñas advertencias, son golpes devastadores que pueden dejarte fuera de juego. Y lo peor es que muchas veces estas sanciones llegan sin previo aviso, cuando menos te lo esperas y cuando menos preparado estás para enfrentarlas.


Entonces, ¿Qué Hacer?


La respuesta es clara: evitar a toda costa el incumplimiento. ¿Cómo? Invirtiendo en buenos servicios de asesoramiento, manteniéndote informado y actualizando constantemente tus conocimientos sobre las normativas que afectan a tu sector. Puede parecer un gasto innecesario al principio, pero a largo plazo, es la mejor decisión que puedes tomar. Contar con un buen asesor no solo te ayuda a cumplir con la normativa, sino que también te proporciona tranquilidad y te permite concentrarte en lo que realmente importa: hacer crecer tu negocio.


Navegar el mar de las obligaciones normativas no es fácil, pero es necesario. No dejes que la desinformación, el ahorro a corto plazo o la complejidad de las normas te ahoguen. Invierte en buenos servicios, mantente al día y evita las desmesuradas multas que pueden acabar con tu negocio. Porque, al final del día, cumplir con las normativas no es solo una obligación; es una salvaguarda para tu futuro y el de tu empresa. Cumplir con las normas puede parecer una carga pesada, pero en realidad, es la red de seguridad que te permitirá mantenerte a flote y prosperar en el competitivo mundo empresarial.



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