Vale, vamos a poner las cartas sobre la mesa.
¿Qué demonios nos pasa con esta obsesión de subir cada instante de nuestros hijos a las redes sociales? ¿Es que necesitamos la validación constante de que somos buenos padres? Claro, todos queremos presumir de lo monos que son nuestros críos, de sus logros y de lo felices que nos hacen. Pero, ¿te has parado a pensar en los riesgos de esta sobreexposición?
Primero, vamos a la raíz del asunto. ¿Hasta qué punto somos dueños de la imagen de nuestros hijos? Publicar fotos y detalles de su vida puede parecer inofensivo, pero en realidad estamos decidiendo por ellos, sin su consentimiento, cómo quieren ser vistos por el mundo. ¿Te imaginas crecer y descubrir que toda tu vida está documentada públicamente desde el día que naciste? Fotos de tus cumpleaños, de tu primer día de escuela, de tus rabietas… toda tu privacidad expuesta a la vista de cualquiera.
Los riesgos no son imaginarios. Cuando publicas dónde estudian tus hijos, a qué club de fútbol van o cuáles son sus rutinas diarias, estás dando información valiosa a cualquiera que tenga malas intenciones. Piensa en eso por un segundo. Estamos hablando de la seguridad de tus hijos. ¿Realmente quieres arriesgarte a que alguien con malas intenciones sepa dónde pueden encontrarlos en cualquier momento?
Y no solo es cuestión de seguridad física. Hay un componente psicológico que no podemos ignorar. Al exponer constantemente a tus hijos en redes sociales, estás moldeando la percepción que ellos mismos tendrán de su identidad y valor personal. Si desde pequeños se acostumbran a medir su valía en función de los "likes" y comentarios que reciben, ¿qué tipo de adultos crees que serán? ¿Qué tipo de autoestima estarán construyendo?
Además, no olvidemos el derecho a la privacidad. Nosotros, como adultos, elegimos qué parte de nuestra vida queremos compartir. ¿Pero y nuestros hijos? ¿Les estamos dando esa opción? La línea entre compartir momentos especiales y violar su privacidad es muy delgada, y muchas veces la cruzamos sin darnos cuenta. Publicamos fotos y videos de ellos en situaciones que, en el futuro, podrían avergonzarlos o hacerlos sentir incómodos.
Entonces, ¿qué podemos hacer? La solución no es desaparecer por completo de las redes sociales, pero sí ser más conscientes y responsables con lo que compartimos. Aquí van algunos consejos:
En resumen, ser padre o madre en la era digital implica una responsabilidad adicional. No se trata solo de cuidar a tus hijos en el mundo real, sino también en el virtual. La sobreexposición en redes sociales es un juego peligroso que puede tener consecuencias a largo plazo. Así que, antes de publicar, piénsalo dos veces. La seguridad y privacidad de tus hijos valen mucho más que unos cuantos "likes".
Recuerda, al final del día, ser buen padre no se mide por la cantidad de fotos que publicas, sino por la calidad de tiempo y protección que les brindas. Y eso, querido lector, no necesita de ninguna red social para ser validado.
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